jueves, 3 de marzo de 2022

Las que vencían el destino de invisibilidad

 No sé cómo tratarte, mujer que encuentro en 1847 por los llanos áridos del centronorte todavía no nacional, marchando entre soldados y otras como tú, quienes así vencen su destino de invisibilidad, según creo con el gran cronista cuya mirada cien años después lo probará.

Días sin apenas comida y agua, reandas caminos que descubriste dos inviernos atrás abandonando el barrio donde tu primera, pequeña, única cría se rindió a la pobreza.

Vaya a saberse si naciste allí, en tiempos poco proclives para migrar y pertenecías entonces a las familias que la resaca aventó durante tres siglos, aquí, gran ciudad adentro o afuera, o lejos. 

El retrato no te hace justicia, pues pareces abnegada.

 

Ni tampoco este, con trapos demasiado finos y un coqueto descaro que envidiabas.  

Nadie registró a ti y tus hermanas de aventura, desfalleciendo por hambre y sed al andar a marchas forzadas estos lugares.

Yo te encontré por el Bolsón de Mapimí acompañando a dos soldados y no di en cómo interpretarte. Se me ocurrió así hacer que reprodujeras la hermosa estampa atestiguada y hecha novela por un general revolucionario de 1910-1920. En consecuencia mataron al hombre con quienes tenías amores y tu generoso cuerpo recibió esa misma noche a su compadre. 

Si entiendo que Rulfo es Altos de Jalisco puros y duros, para adentrarse en personajes de tu estilo debo recurrir a él.  

SIGUE