No sé cómo tratarte, mujer que encuentro en 1847 por los llanos áridos del centronorte todavía no nacional, marchando entre soldados y otras como tú, quienes así vencen su destino de invisibilidad, según creo con el gran cronista cuya mirada cien años después lo probará.
Días sin apenas comida y agua, reandas caminos que descubriste dos inviernos atrás abandonando el barrio donde tu primera, pequeña, única cría se rindió a la pobreza.
Vaya a saberse si naciste allí, en tiempos poco proclives para migrar y pertenecías entonces a las familias que la resaca aventó durante tres siglos, aquí, gran ciudad adentro o afuera, o lejos.
El retrato no te hace justicia, pues pareces abnegada.Ni tampoco este, con trapos demasiado finos y un coqueto descaro que envidiabas.
Nadie registró a ti y tus hermanas de aventura, desfalleciendo por hambre y sed al andar a marchas forzadas estos lugares.
Yo te encontré por el Bolsón de Mapimí acompañando a dos soldados y no di en cómo interpretarte. Se me ocurrió así hacer que reprodujeras la hermosa estampa atestiguada y hecha novela por un general revolucionario de 1910-1920. En consecuencia mataron al hombre con quienes tenías amores y tu generoso cuerpo recibió esa misma noche a su compadre.
Si entiendo que Rulfo es Altos de Jalisco puros y duros, para adentrarse en personajes de tu estilo debo recurrir a él.
SIGUE