lunes, 28 de marzo de 2022

La azotea, calles y ventanas

-Hay que empezar por el final -le digo a mi esquizo, alias heterónimo, llamado Mero.

-Por fortuna hicimos los blogs. Entre su basura quedan viñetas rescatables, que insinúan al mundo en nuestra mirada desde la infancia.

-¿Cómo cribarlos?

-Déjaselo a la Corte, cuyo mandato seguimos, engrosada durante el Último Viaje o volado final, con quienes Medio Oriente, Asia y los pueblos rusos ganan en representación.

-Volado final, jeje.

-Eso es, ¿no?, según se comprueba aquí.

-A lo pedestre.

-Como muchas veces antes. Ridículos entre semana, sábados y domingos...

-Sublimes, jeje.

-Tal cual, Risotas. 

 El que apenas supo andar subió a la azotea de donde no saldría nunca, digo dando por supuesto que desde allí descubrí las calles y su gente según necesitaba.

-Cuanto mejor se va entre muchos -pensaba años después al subir al Metro, cuando enrebozado por Ella cantaba "En el campo y la ciudad/ ríen igual que nosotros"*.

Azotea, calles y luego, apenas llegaran Él y el Nuevo, ventanas. Llano, maravilloso estar compartido sin palabras con hombres y mujeres al paso, como hoy este departamentito donde mi rata huésped respeta las reglas y no musita siquiera, evitándome darle pelea.

No repetiré la terca pregunta, Ana, pues conoces el secreto: nadie desaparece al morir; queda en los lugares que anduvo. A cambio sumo y resto contigo y la Tic, para precisar cuánto falta. Lo hago por mi soberana voluntad, obsesionado como siempre con la bisabuela Teresa. De rascampache no puedo más. 

¿Me acompañan al Hospital General? No es justo que la próstata sufra -sobra el jejeo, pues ha sido adorable esa cosa.

Llama mi amita:

 -Cuac, hay un tema tabú para los juegos y vienes tratándolo hace rato.

Por primera vez precisamos palabras.

-Saqué el dinero de donde guardo las quincenas -le explico. -He sido prudente, como suelo, y no hay otros gastos extras. Con confianza, pues, fui rumbo al Metro, porque las consultas son con cita e iba a tramitarla. A medio camino noté que había dejado los papeles y no tuve ánimos para volver a intentarlo. Entonces crucé para preguntar precios donde sabes. Hay servicios baratos.

Me mira fijo. 

-Ya sabes, el cuento aquél: Una visita al abuelo** -continuo. 

-Estás llegando demasiado lejos.

-Ese viejo no se anduvo con tiento. 

-Ven.

-Algunos aseguran que vistes de negro.

-¿Y las fotos en los diarios hechos para mí?

  

-0-

Al día siguiente corro de entrevista en entrevista, con alegría pues cumplo lo que suele demandarse a quien percibe ingresos. ¿Eso sirve socialmente? No, pero por una vez puedo darme el permiso.

Entonces alguien comete el error de pasar el ejemplar equivocado, donde hizo dos anotaciones. Revelan a un persona inteligente... y llena de rencor. ¿Cómo sobrevive, situada a la cola? 

No importaba que el agraviado fuera yo, por veinte líneas escritas en cinco minutos y contra mi voluntad, sino el desnudar del mundo alrededor. 

Inesper, resulta verdaderamente difícil seguir. Sí, ya sé, nuestra canción

Espera, ahora caigo: los billetes dentro del sobre mermarán por el fármaco al cual me aficioné cuando tenía veintiocho años. Debieron dármelo mucho antes. Aunque la angustia crónica no es un dulce, sirve como socio. Nervio desnudo, apenas te distingues del exterior obligadamente entrañable, entonces. 

-Así es esto, no hagas caso, ¿recuerdas que me dijiste, Cuac?

-Sí, seño. Pero mi desierto, a diferencia del tuyo, para transitarse... En fin. La edad no me permite aventuras. Ve, nomás repito.

-¡Para!

-Uy, mama...cita, jeje. 

-Obseso. 

Sonríe y continúa:

-Me gusta esta saxofón.


Números

Esta notita se "publicó" hace dos o tres días así que nadie más vendrá por aquí. Puedo hacer cuentas, entonces.

La dádiva que recibo es de unos 550 dólares mensuales. El sueldo asignado a los soldados rasos anda por 700 y algo y, como ellos, no pago renta, pues el departamentito es familiar.

Desde enero médicos y fármacos se llevaron unos 2,000, compartidos a mitas con mis crías, quienes de buen grado habrían pagado todo, pero la conciencia... Ahora queda lo que cobre el Hospital General por la próstata, tras un estudio socioeconómico al cual no mentiré, como aconsejan tal y cual. ¿Cuánto pediré a aquéllos?

Para llegar a la quincena tengo unos 275. Debo 150 a O, pues le pedí prestado, y no alcanzo, porque además mi droguita farmacológica cuesta unos 75.

Son pequeños esfuerzos inútiles, considerando los problemas de oxigenación, que siguen, sin importar cuántos cigarros rebaje a la dosis histórica.

Los sueños compensan, luminosos, plácidos o en pesadillas antes inconcebibles -soy un asesino que con sus compinches esconde cadáveres mientras vive frívolamente, o atestiguo cómo el universo se pudre en estampas que ni John Milton imaginó.

Mejor la cremación sin velatorio, de seguridad pública, 500, con su beneficio extra: queda en mi cuadra, jeje. 

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-Cuac, estabas tan orgulloso de engrosar otra vez piernas, etc. ¿Y la crisis por la cual esperabas con tu abuelo?

-Cántame.

-Te hice una transferencia. Y no discutas. Colgarte por tres pesos y dejar desabuelado a N.

-Cántame, de las meras tuyas.

Termina y vuelvo sobre la cuestión. 

-Debería enojarme y no lo haré, porque devalúas mi problema. ¿Asunto de unos pesos, P?

-Perdón. 

-¿Qué hago con tu transferencia?

-Perdón, otra vez.

-Me toca la música.

   

*  Leonard Cohen. No es forma de decir Adios

** Dylan Thomas, en Dublineses o https://www.cuentocuentos.org/cuento-adulto/1557/una-visita-al-abuelo.html. 
 

viernes, 18 de marzo de 2022

“-¿Qué vamos a hacer con el país, Sandra?". 2005-2006

 

No queda ya sino que los herederos de Lucas Alamán se hagan gobierno por primera vez en ciento cincuenta años y aparezca un presidente de la república, Vicente Fox, ante el cual Santa Anna brillaría como un diamante, que avergüenza al país una vez tras otra. Las peores, al presumir como los envíos de nuestros migrantes a la Unión Americana, aumentando 193.4% durante su gestión, permiten que México desplace a la India como el mayor receptor de remesas en el mundo.

Son ingresos sólo comparables a los del petróleo que el mismo oscuro personaje dilapida, y sirven para mantener los sacrosantos índices macroeconómicos, superando 166% el saldo de la deuda externa. Entretanto el número de desempleados crece en seis millones y nuestra desigualdad económica se equipara a la de Botsuana, África.

Para entonces en los Estados Unidos se funda la organización Mujeres Hermandad Comité de Defensa de Elvira Arellano y la Familia Inmigrante. Elvira Arellano es una indocumentada mexicana que se ha refugiado en una iglesia de la ciudad de Chicago para evitar la deportación dispuesta por un juez. Decidida a dar la lucha contra una orden que la separaría de su hijo nacido ya en ese país, la mujer se ha convertido en la representación de unas seiscientas mil madres en su misma condición y de la difícil disyuntiva para sus cerca de tres millones de hijos menores de edad.

A fines de ese mismo mes Antonio Pérez Ramírez, originario de una pequeña población del estado de Veracruz, se vuelve un símbolo al perder la vida al borde sur del Bravo por una de las cinco balas que desde el lado estadounidense de una garita le dispara un agente de la Patrulla Fronteriza. Con su imagen va la de los treinta y ocho migrantes muertos también durante los últimos treinta días en el desierto de Arizona.

Una periodista entrevista a una mujer en un hospital de ese estado. Se llama Sandra, es de Michoacán, tiene veintiocho años de edad y “se vio obligada a viajar a EEUU, con seis meses de embarazo”.

“Sandra: A uno le dicen que no está difícil, que nada más son dos noches, que llevemos un garrafón de 4 litros de agua. Pero no, no alcanza, se queda uno a veces sin agua. Así me pasó a mí. Nos quedamos 4 días caminando, día y noche, y dos días nos quedamos sin agua. Yo venía embarazada y mi bebé se me murió en el estómago …”

La periodista le pregunta:

“-¿Qué vamos a hacer con el país, Sandra?

“-Verlo cómo se destruye” –responde.

Está exhausta por una vida que casi coincide con la transición a la democracia que todavía un año después, en julio de 2006, se presta al fraude en las elecciones presidenciales.

Pero ella y sus ciento diez millones de paisanos de ambos lados de la frontera, tienen un pasado del cual extraer enseñanzas a montones. ¿Era menos triste el panorama cuando los soldados de Polk se marcharon con la mitad del territorio nacional en sus mochilas? ¿Está surgiendo de los actuales, desafortunados tiempos, una generación dispuesta a hacer una nueva Reforma?

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Sigue en La crisis civilizatoria que se acusa brutalmente dos sexenios y medio luego.

Unos años atrás Sandra y sus compañerxs desaparecieron de escena desplazados por corrientes migratorias todavía más crudas, con un tren de la muerte, fosas comunes, campos para internamiento y rutas multiplicadas, cuyas víctimas son centroaericanxs a quienes redescubrimos como hermanxs.

Que el reto es global lo sabe ahora hasta el AMLO de visión estrecha, quien gracias a la pequeña izquierda a su lado y ecos posrevolucionarios, en 2018 planteaba barbaridades como reeditar el Plan Marshall y el Puebla-Panamá y se descubre como actor mundial y así un nuevo Lázaro Cárdenas, caricaturezco ¿todavía o por secula, seculorom?          

 


jueves, 17 de marzo de 2022

En resumen

Tras varias notas fallidas, consecutivas, quiero decir, pues ya se sabe que lo mío es equivocarse, jeje.

A ver si puedo explicarme, para yo solito, se entiende, en estilo Mero, que no solo Pessoa tuvo heterónomos.

Da clase citar al portugués aunque uno no lo haya leído sino en memes. Claro, también así calan sus palabras. Pongamos, por ejemplo: "El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ Que hasta finge que es dolor/ El dolor que en verdad siente."

Wikipedia lo trata privilegiadamente, con buena pluma y sapiencia -¿sí?- y basta para nuestro objeto -en justo plural, que soy cuando menos dos-. Dice allí: "Si después de morirme quisieran escribir mi biografía/ no hay nada más sencillo./ Tiene sólo dos fechas/ la de mi nacimiento y la de mi muerte./ Entre una y otra todos los días son míos". Con eso tiene para rendirle culto, siendo quien soy, si bien  luego aparece al polo contrario y ya no me representa: "Toda mi vida gira en torno a mi obra literaria, buena o mala, lo que sea, lo que pueda ser. Todos (…) tienen que convencerse de que soy así, de que exigirme sentimientos —que considero muy dignos, dicho sea de paso— de un hombre común y corriente es como exigirme que sea rubio y con los ojos azules", porque afirmo existir solo por la vagancia, convertido en calles, sin obra ni progreso alguno. 

Esperen, que me desvío habiendo comenzado en mi cabeza con cinco hombres -ahora recuerdo, hay una presencia femenina por heteronomía: Monelle encarnándome-. A los susodichos sumo a Samarago, Ibn Simbad y Jack Kerouac.

El Nobel lusitano es fuer porque concibió La muerte de Ricardo Reis, descubriéndome cierta cuestión fundamental: los seres humanos son peso físico según la época. Lean la novela y notarán que Reis resulta incomprensible sin su ancho cuerpo.  Heteronimísimo, entonces, pues las fotos usuales  muestran a Pessoa como un flaco hecho y derecho. 

Aunque hay una distinta.
Ésta si corresponde -el bigotillo y la pajarita decepcionan, ¿verdad?, jeje.

Paso a Ibn, mi amigo marroqui -de padre subsahariano no olviden, que eso le da un encomiable toque exótico, jeje.- Era nervudo y no sé cuánto contó en ello nuestra identificación, y su inusitado amor por el Kerouac viajero servía también a la mutua empatía, no porque yo recién me había topado a la vez con los libros del tránsfuga bostoniano, meras palabras en mi caso y no un acicate para las sinbadescas aventuras a que cada vez más se atrevería él.

Gracias a ellos dos, aclaré antes muchas veces, pude vivir años casi sin salir del departamento donde las crías crecían, sin pisca pessoniana, jeje. Que ellos andaran la legua y el ilustre portugués fuera casi pura palabra. Yo seguía convertido en calle, ahora "en contemplación", entrecomillo, pues por ventanas y recordándolas o imaginándolas las frecuentaba tanto como siempre.

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-No repitas -dice Juan, desesperado conmigo aunque no lea estas cosas ni nos comuniquemos más que una vez por año.

-Algunos Cuadernos, como el presente, tienen cientos de entradas, ocultas en su mayoría, y me pierdo. Escribí no sé cuántas cosas sobre un mismo tema. Tú, tranquilo. Total, estamos en La Calzada de los Misterios.

-Ok, ok -responde mientras circula por la Calzada a solas y no lo comunica a nadie. Yo, ya vemos...

Di por terminada la Última gira y continúo. Sus escenarios ya no son los que acostumbré por años: parques, patios universitarios, sindicatos, organizaciones vecinales y uno que otro antro donde leer sin pena La pasión según FB y anexas. Ahora se reducen a una pantalla de computadora y los audios que escuchan diez o veinte, habituales, calculo. 

Ayer hice Sin eufemismos, Europa, y no tengo idea dónde irá. Hay varias notas sobre el tema. Entre otras América y el Nacimiento de la Modernidad o ¿De que habla realmente El Quijote? 

¿Por qué me dedico a cosas así si soy pura calle "atemporal"? Para conservarme, deduzco. Ese entrecomillado inquiere al conocimiento ajeno a mí, de científicos atentos al universo y el átomo, realidades a primera vista contradictorias. Es porque hay un tiempo humano inmerso en el del planeta, ambos infinitesimales y únicos a nuestros ojos como existencia casual. 

Al Ricardo Reiss narrado y quizá auténtico lo caracteriza su ancho, despacioso cuerpo y juro que vi a la generación de mis padres e incluso hermanos moverse con ritmo lento. ¿Fue así siempre antes, en todos lados? No, tengo también por seguro. 

El circular de las horas y los días en criaturas como nosotros...

Tiempo de caminar dice esto:

Se deshizo (yo en tercera persona) del barullo de sábanas y mantas, anduvo los seis pasos hasta la puerta y al entrar en la sala topó con el golpe de la calle, certificación del valle inmenso y la ciudad que lo desbordada, entre los gruesos restos de la noche sólidamente construida con los días, que era mucho más que las costras de café en la taza o el altero de colillas. Sin reparar en ella, al cruzarla, en torno a la mesa vinieron cachos de veladas repetidas: la jactancia de una ficha de dominó tronando al cerrar inesperadamente, Tal con la mirada puesta quién sabe dónde, la obsesión de cosas perdidas en el silencio o en el desmayo de las palabras, la ojeada de él hacia fuera para cerciorarse de que la promesa en la comba grande de la noche seguía en su sitio. Luego los cojines gritones por coloridos, tirados sobre la alfombra, y la evidencia de la singularidad del día, patente en la media docena de cajas de cartón con las tapas por fuera. Hasta la ventana, que se abrió precipitando la mañana apretada al vidrio, desesperada de aguardar, para barrer los restos de la víspera, disputándose los huecos hacia donde resbalaban las rutinas.
En el camino de regreso, acumulada en su memoria o en la del departamento, la música que los acompañaba maniáticamente: un muchacho indagando la desolación y el vértigo con sus juegos de palabras en otro idioma, las diestras guitarras y la voz profunda del hombre vestido de negro, al modo de los campesinos en domingo de un lugar distinto y próximo, o en un punto preciso las rabietas y la desolación del piano del negro niño un par de años atrás, entre los cuales Ella, sentada en un pozo de sombra, se balanceaba todavía en el placer de entregarse al fin al jolgorio de criaturas contrahechas, traviesas, gozosas, malintencionadas, que le habían hecho gestos desde niña y que tal vez no eran sino la promesa o el camino, de veras, a la zotehuela donde los tiestos y los canarios y las gallinas y la abuela que los criaba.
Entonces la cocina, su ventana más bien intrascendente, sus chucherías, y en la tarja, igual que en un cuadro donde todo lo demás resultaba trasfondo, el vaso pringoso con su pozo de leche con chocolate, en la cual el hombre veía la figurita dulce y de dejo solitario del hijo atravesando la puerta de espaldas en la luz temprana de unas horas antes, de su mano rumbo a la escuela.
Él y solo él, en verdad. Ese niño sin quien habría mero caos.
Y luego cree certificar lo obvio: esa mañana y las innumerables minucias que andaban por ella iniciaban un viaje al interior mío, de los objetos, la luz, etcétera, mezclándose con millones previas, y cuando años luego convocara al momento, mi memoria seleccionaría a capricho, presumiendo reconstruirlas. 

SIGUE      
           

lunes, 14 de marzo de 2022

Conspirar contra el tiempo

 

Por casualidad la semana pasada me llevó al parque donde adolescente novieava y al que servía para batallas campales.

También estuve en el que vi nacer y luego me acunaría. A menos de media cuadra tomé una foto a la casa paterna.

Son retratos mudos. Imposible reconstruir con ellos un tiempo que circula todavía. 

Anoche los sueños exhibieron a la Princesita. Se burlaba de mí desde que desplegó su corte para conquistarme.

-¡Vete, ave de mal agüero! -le grité, jeje. 

Con Ana no fui a esos sitios y tampoco ella me cuenta los días que caminé y camino ahora tan sin dudas como ayer. El amor ocupa un espacio casi imperceptible mientras ando las calles. Cuentan las nubes, las y los paisanos con quienes cruzo, los edificios, los autos, los árboles.

Hay una serie de apuntes o viñetas regados por estos blogs, cuyas protagonistas son calles anónimas que atraviesan muchos tiempos.

A los quince bajo una avenida en las mañanas tempranas. Sirve como andadero al parque a esta hora desierto. 

A izquierda es tierra de nadie, digamos, pues no hay colonia reglamentaria, garantizando que una clasemediera y un barrio intercambien malos modos.

Luego, las épocas existen, y también las ciudades, países, edades. Ibn Simbad, por ejemplo, transitaba lugares muy distintos, y yo mismo al poco me marcharía de allí. Pero al encontrarnos permaneceremos en nuestra primera juventud, y antes, claro. Saberlo será tal vez el gran bien compartido. 

Visito los parques durante el proceso de vencer el deterioro. Inútilmente, pareciera hoy volviendo a mi mayor temor: que hay quienes crean conocerme y me ayuden, señalando una inexistente soledad, así conciencia dolorosa que quiere desaparecer las calles todas. Conspiran contra ellos y ellas, ¿no se dan cuenta?

Hace poco me pidieron escribir sobre el pasado de un viejo amigo. Di la vuelta sin hacerles caso. No participaría en empeños por amortajarlo.

 (¿Sin la musiquita haría viñetas, etc., jeje?)

Exagero, Princesita, Ana y demás. Las y los quise, odié a ratitos, algo vimos unos de otros -¿cómo terminará resolviéndose gramaticalmente el tema géneros?-. ¿Hubo mutua construcción? Poca, creo. Solo padres y madres tienen poder para marcarnos y lo hacen hasta el tuétano, para mal, sin excepción, aunque algunas y algunos tienen también varitas de brujas y magos nobles. Matizo: casi siempre. No es mi caso, advertí. (Tuve hijos y les pedí perdón, aclaré también, e hice lo posible por darles un a cambio.)

Intento vivir a lo debido, con únicamente las calles, desde entonces.        


 

 

viernes, 11 de marzo de 2022

Entre candilejas

 

Otra vez lo primero aquí va al final. Cuestión de días que, apresurados, no terminan por explicarse y uno a uno pasan a los siguientes.

Léanse entonces las notas de siquiera el último mes. ¿Les da hueva? Sorry, jeje.

Seamos sincerxs: nadie sabe adónde va este arca de Noe; ni lxs mandamases a quienes se los está llevando la verga (Wall Street se desploma; temores sobre tasas y recesión ((me vale verga lo que haces, blog; píntenle rosas, lectorxs, si quieren; a mí mis timbres, según el viejo dicho).

Usando a la abuela, que ni la debe ni la teme: yo declándome simpático posible suicida, y vuecencias haciendo weyes.

Ayer una chamaca descelebraba ganar doscientos varos chingándole doce horas limpiando para los reyes de la infamia, llamados OCESA, junto a otra que debía cubrir igual jornada sin sentarse un segundo. 

Apareció la carnalita de Chimalhuacán y como organiza pobrxs le pedí buscara una forma para ellas, cuyos hogares están por el rumbo. 

-Papas -dijo.

Porque así no se puede. Blabla y más blabla a nuestras espaldas, Acciones, ninguna.

 

La Revolución Mundial que debería empezar por Latinoamérica está en vilo. Gran cosa Hugo Chávez y el ALBA, hoy vueltos Venezuela casi ahorcada y la "Candente y vigorosa VI cumbre de la CELAC"

Lula pareció ofrecer la luna, fue a prisión y libre otra vez si bien le va no tendrá mayoría en su congreso mientras lidia con una derecha fascistoide. El BUEN VIVIR

ecuatoriano perdió las elecciones...

Y a cambio Chile y Colombia por fin, Bolivia dio el gran ejemplo y México... a saberse.

Ignacio Ramonet escribió en marzo

América Latina, Ucrania y la nueva edad geopolítica.

Volvamos a octubre de 2022. 

A los cultos no les gusta Chaplin. Tienen razón, creo. Lo suyo es melodrama fácil. Como el mío durante setenta años. 

Si pudiera vivir siempre desde la azotea. Pero bajo y me encanto con los reflectores que proyectan mi sombra

Nadie se acuerda de ti, abuela Severina. Debí seguir tu ejemplo y mírame, coqueteando aquí, ¿para qué?

Edad tras edad quería imitar a los teporochos o clochars y renunciaba porque vivir en las calles exige una fuerza extraordinaria y yo, consentido, en semanas no tendría más lo irrenunciable. 

Bueno, que sienta vergüenza la sombra, ¿verdad, Seve?, jeje.

Mira, encontramos pretexto para la música de tu tierra.

(Si se mezcla con la otra suena nada mal.)

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El hombre gritó, creyeron que pedía auxilio y aunque no era cierto se lo dieron. Lo hicieron puntualmente y no pudo negarse a recibirlo. Continuaba con sus intenciones cuando la obra dio frutos. No respetarlas ahora resultaba un crimen.

Ya las olvidó, aunque los "sonidos en su mente" hablen como desde niño. Estira la mano hacia las estrellas y tiene de nuevo quince años, es madrugada y platica con ellas. 

-Algún día -se dice. -Algún día.

¿Debo pedir perdón, abuela?

Juzga tú:

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-Traducción simultánea- dijo tras escucharme y alguien procedió a cumplir sus órdenes. Si nunca entendieron y por ello están hechxs mierda... 

Ven el cielo 2022 precipitarse y creen que es como la llovizna que nunca existió.

-No habrá suicidio -le digo a la Tic. -Olvidaba que vivo entre replicantes.   
 

viernes, 4 de marzo de 2022

Gastó el tiempo en vano, Quevedo

¿A qué tanto magno poema sobre el tema, don Francisco?

Te llamé, ma, no por nostalgia y menos en razón a otra cosa -el Edipo lo cumplí con las montañas del valle, quedó aclarado-. Quería vernos un rato donde quiera que los lugares nos guarden. La muerte no nos mata, sabemos. Junto a ellos, momentos. ¡Cuántos! Revisando cuadernos topé este, en el cual no participas:    

Hubo un tiempo en que Ana presumió que me iba mal de dinero. Tenía razón y no, pues a mi entonces única cría y a mí nos bastaba con poco. Lo dedujo de nuestro inesperado encuentro. 
No nos habíamos visto en seis o siete años y aunque sabía que por accidente yo vivía cerca de ella, evitaba aparecerse. Luisa le pidió pasar a la carnicería, justo en los bajos de mí edificio. Jamás me enteré si fue a propósito, pues ya advertí que su madre acostumbraba esos trucos con nosotros.
Iba sola y casi chocamos. No olvido su mirada sobre mi niño. Es un sol, decía, y concentró la atención en él, quien andaba por los dos años. Rubísimo, desprendía un airé beatífico que intento recoger en Desde la azotea, y ella se enamoró. Lo afirmo sin dudas ni declaraciones de Ana. 
Fue un momento muy extraño también para mí. El tiempo se revolvía dudando hacia dónde circular. ¿Pudo ser nuestro niño, nacido en otra y contra la existencia de su propia niña, mayor que él? Le sonreía acariciándole el cabello y los brazos, mientras soltaba palabritas cariñosas y preguntas naturales y buscaba en la bolsa lo que no habría manera de materializar. Tomó sus manos para acariciarse el rostro, al fin volteó a mirarme y repitió, ahora usando la voz.
-Es un sol.
Todavía me costaba enorme trabajo andar donde estaba seguro no regresaría y solo la proximidad del hijo hacía que consiguiera moverme y hasta ser feliz, tanto como nunca. Ahora estuve hermoso a mi vez, y eso saltaba las normas allí fuera y no en el departamento que el gurisito volvía un pequeño paraíso.

Ve, ma. Esos diez minutos pueden llevarme por las escaleras al departamento antes o más tarde, entre mil otros. Lo hacen a cuentagotas aquí, en los cuadernos. 

¿Sabías lo aficionado que, muchachito, era a esa calle del hoy llamado Centro Histórico de mi ciudad? Inusitadamente corría entre un poco más atrás y el sur, deteniéndose, vaya casualidad, en la esquina que poco antes yo frecuentaba por ti, terca perseguidora del sueño roto. Ni cuenta te dabas que esta tu tercera cría -cuarta, contando a la muerta cruzando los Pirineos- evitaba seguirte escaleras arriba paseándome al pie de los cuartitos empleados por mujeres para cumplir su significativo oficio. Algunas terminaron reconociéndome bajo la conveniente oscuridad de esas cuadras y me revolvían el cabello con aire maternal. 

¿Cómo saber que años luego las toparía de refilón subiendo una, dos, tres veces por semana a autobuses cuyo destino era el cielo social? Imagíname en ellos, con rumbos distintos, para descubrir al país cuyos secretos estuvieron vedados a mis ojos. 

¿Volvemos a la primera calle aquélla y su alvorozo o me acompañas al mediodía del súbito encuentro con Ana? Anda, sube con tu nieto y conmigo las escaleras que apenas tuviste tiempo de conocer, pues sufrimos tu abyecto abandono -jeje.

SIGUE