La última canción, digamos, termina siendo esta.
No debe extrañarme, la compuso Mark Knopfler.
La película que musicaliza tal vez hace trampas y aun así o incluso por ello me gusta mucho.
Todo se derruye allí con una lágrima de enamorado que falla.
La última canción, digamos, termina siendo esta.
No debe extrañarme, la compuso Mark Knopfler.
La película que musicaliza tal vez hace trampas y aun así o incluso por ello me gusta mucho.
En futbol mis crías y yo somos aficionados de estadio y muy activos. Aunque grito tanto como ellos, me superan con mucho al protagonizar los partidos, pues le hago al fan entrenador amoroso y ese duo intenta bajar al contrario a improperios, jeje.
El equipo está en la Segunda División de Ni Ascenso y regresa a nuestra ciudad tras años deambulando. No faltamos encuentro y así los nietos continúan la tradición con unos cuantos miles.
¿Qué nos identifica? No ser comemierdas, como quienes deliran por "clubes" que reflejan fielmente al peor país en la materia, considerando el capital invertido, muy por encima, pongamos, del brasileño, argentino o uruguayo, glorias continentales. Antes la tierra no conocía un deporte espectáculo tan en manos de las televisoras, que hoy sirve a las mafias para lavar dinero, famoso por organizar dos mundiales y jamás acceder al cuarto partido.
Desde 1916 al Atlante lo llaman "el equipo del pueblo". Nació barriero capitalino y para los años noventa llevaba casi medio siglo sin campeonato y con pocos seguidores.
Imaginen nuestro placer cada lunes en el trabajo o la escuela mentando madres a tumultuosos americanistas, rayados, pumitas, cementeros. Éramos el negrito pateando culos de arroces, se perdiera o, cuando llegaron las vacas gordas, había triunfos.
La camiseta también sirve para templar el carácter y anoche, por ejemplo, en un amistoso, como fans superados en número por los visitantes, vinimos de un 0-2 para empatar al "estudiantado" auriazul. Nuestra nómina era 5% en comparación.
Por amistades compartidas, me entremezcle con una pequeña banda pumita. Alguien entre ella, ufano, se burlo de mí:
-Qué bárbaro. Heredar tu amor por una playera que a puro derrota la llevaba y ahora, mira nomás.
-Sacaste el cobre -respondí. -Muy de izquierda tú, ¿verdad?, y solo te rifan los triunfadores. Paso a recordar que en este saco de mierda llamada país hace cien años tercamente ganan políticos ladrones, empresas mediáticas y mafiasos asociados a ellas. Las consignas qué gritas fueron importadas para encender ánimos incontrolables y en tus barras abundan los porros de rectoría, rompehuelgas expertos.
"Entre nosotros, en cambio... -rematé a lo demagogo y no."
Ahí dejamos nuestra reputación, a ver quién es el valiente que la destroza, parodiando un dicho.
PD. El triste espectáculo de los aficionados nacionales culmina con su delirio por el Barsa, el Real Madrid y otros equipos europeos a quienes jamás vieron en una cancha, y por tanto son fans de televisión llevados a las últimas, degradantes consecuencias. Menos presenciaron, claro, entrenamientos, y los jugadores no conocerán jamás sus abrazos a la salida. De futbol saben menos todavía que nuestro periodismo deportivo, replicante de reporteros y columnistas acostumbrados al chayo.
-¿PSqué? -pregunto. -Soy Potro, no anden mamando, jeje.
-0-
Dejen les muestro una delirante viñeta:
Tenía
cinco años cuando Pinillas, el simpático tío con halo de aventura que
todos
deben tener, me llevó a un partido. Dejo para otro día la mañana capaz
de asomarse a mi infancia y al país citadino contemporáneo, y
me concentro en la cosita asombrada por todo: el aboroto de
los ríos en camino, el gigante que aparece, el
inconcebible tumulto en el inconcebible túnel, el pasmoso universo
vuelto sobre
sí...
Un
segundo tío salta a la cancha en uniforme del Asturias, el estruendo se
pronuncia en contra con banderas azulgrana, y entre
el expresivo sube y baja anímico es cada vez más inutil el empeño de
Pinillas por azuzarme a la afiliación familiar... en el momento más
importante de mi vida.
Cuánto
me empeñé en que el espectáculo cuya mecánica no
entendía conservara el flujo de ola creciendo contra mi identidad. Te salvarás, prometía y cumplió tras eternos noventa minutos, con el
estruendo entre el que me conducía el apesumbrado tío. La sombra bronce de la
calle, por un momento convertida en brillo, se jactaba: Asturias 2,
Atlante 4. Con eso tenía para azotar a gusto el ceceo de mis condiscípulos, el derecho a la azotea, a su espléndida vista
y cuanto en adelante quisiera de una realidad sin parpadeos.
Acompañado por mi Potro
de Hierro hice los diarios paseos a solas en
bicicleta descubriendo la ciudad que se agotaba tras la ciudad, o en
camiones
al Centro donde los siglos parecían un parlanchín avispero. (-No te
pases de verga- dice mi esquizo. -Es neta, buey -le contesto. -Ésta,
pendejo -responde agarrándose nuestra gloriosa riata-, y a hablar así no
nos enseñó el estadio. -Ahí te buscan -lo distraigo y sigo mamando.)
Montado en
él me arrimé a los barrios campesinos convertidos en obreros y
fui un buen criador legándolo a mis chamacos.
-0-
Los deportes espectáculo fueron reivindicados por grandes tipos: Gaudí, Camus, etcétera, etcétera.
En el México contemporáneo quiere imitarlos quien tenía todo para sacarnos del marasmo literario y debió conformarse con dar unos cuantos do de pecho, que aun así agradecemos.
Ni modo, tuvo que sacarle tajada a nuestra miseria estructural volviendo épicos a partidos insulsos, cronistas chapuceros y demás.
Ratones verdes son nuestros seleccionados y cuanto se busque desde las ligas infantiles.
Como hay versiones que no dejan...
¿Y si le damos contraste con algo muy socorrido?
¿Cuelo esto hecho para Unicef? Empieza en 0:50.
Más invitadas. No se la compusieron a ella.
Que siga, pues.
Una novedad para nosotros.
Falta don Glenn.
Repitamos su adoración.
¿Con está regreso a usted, Tom?
Disculpe, se me olvidaba:
Miento si digo que Belarmo, el abuelo, guió mis días de niño, joven, hombre maduro.
Yo tenía treinta años cuando me dieron una beca para escribir su historia. Fui adonde creció, documenté a los fugaos y la Guerra Civil y hasta quise pedir perdón a quienes se sentían afrentados por él. Eran seis mineros que lo culpaban por abandonarlos o vejarlos. ¿Cuántos más callaron en nombre del colectivo que seguía representando?
No soy monedita de oro para caerles bien a todos, reza el dicho mexicano. ¿Cuál demerito, entonces, si pocos o muchos, aunque estuvieras hermanado con ellos, guardaban recuerdos desagradables de ti, B?
De parte mía la mala cuestión contigo estribaba en tu importancia regional -imagina si fuera mayor; ni para cuándo nuestro encuentro-. Te echaron al olvido y al fin pude quererte.
Aunque entonces lo que en verdad importaba era el presente: Él y ese país desconocido cuyo destino se dirimía. No siempre muere un dictador y entre la rebeldía. Dejaba su reino "atado y bien atado", según dijo al cerrar los ojos saludando con sombrero ajeno, pues sin Occidente no habría 1939 ni "Transición democrática" en vilo ahora. Cara a cara el pueblo llevaba las de ganar, creo y dudo un momento recordando La revolución de los claveles portuguesa.
En cualquier caso más usaba el tiempo en paseos con mi enano, mítines y reuniones, que como entrevistador y rata de biblioteca, o archivo, da igual.
Volví a casa sin cumplir el cometido y debieron pasar treinta años para que por obligación moral escribiera tu biografía, buelu. Vivimos juntos desde entonces, solo desde entonces, olvidando mi plañidera actuación aquella.
-0-
Confesaré algo más, querídisimo. En ese 1976-77 topé con don Aquilino, quien vivía no en la pequeña ciudad donde estuvo tu hogar, más bien insulsa para mí, sino en la contigua, que hacía mucho albergaba a una enorme metalúrgica. Los pozos carboníferos ennegrecían el río y así eran romántica, silenciosa nostalgia en el tiempo mexicano de mamá descubierta por su diario. La grisura emborrachando muros y prados venía de los hornos con que aquél anarcosindicalista lidió medio siglo.
Imposible resistirse a ella y a la escalera con doscientos o trescientos peldaños montaña arriba y rematada en el hogar, condena extra tras los campos de trabajo, donde habitaba nuestro tercer hombre.
Adoré a esa masa resistente a todo, incluyendo al Partido Comunista y los propios compañeros de la CNT en plena guerra, que lo persiguieron por sus desvíos troskistas.
Yo tenía como encomienda rastrearte, Belarmo, y terminaba siendo depositario de las memorias escritas por él. Perdona, rendía culto a la dureza popular y nadie a mi vista se equiparaba en ella.
Una vez decidido a acercárteme encontré cuán legendario eras, supieran o no de ti. Así estás en los cuadernos, excepto al volvernos la pareja cómica necesaria para nuestros redentores objetivos.
Cuánto no me autobiografío en estos cuadernos puede comprobarse por la ausencia de Mercedes.
En su caso suena a mero olvido, debería entonces remediarlo y no puedo, pues necesariamente la exhibiría aunque nuestra historia sucedió a través de los ventanales.
Para probarlo escribo algo y, sí, cualquier conocido la ubicaría.
Quede solo su mención por nombre, borrando el malentendido que quizá produjo mi súbita marcha.
Con nadie fui tan lejos en intenciones, al prepararnos un destino común cuando ella estaba a mitad de la vida y yo tenía cincuenta y pocos años.
Encontrará los motivos al ojear estas viñetas hechas durante mi vejez.
Claro, muchas cosas habría cambiado permaneciendo con ella. Suficientes, tal vez, para transformar mi errática conducta. ¿Cómo saberlo al decidirme entonces? Me sentía sin derecho a arrastrarla a una aventura, así pareciera algo sensato dadas las condiciones al encontrarnos.
Se le recuerda siempre, mujer hecha y derecha desde muy joven, sin duda. Tanto, que intimidaba a los hombres a nuestro alrededor, quienes por ello quizá vieron a un yo cuya osadía rebasaba los cálculos.
Paro. El Manu sigue porque vino de su mano, según merece y no pobremente interpretado.
No termino por aclarar cuándo a nuestros cincuenta años y algo volvimos a reunirnos, Ana. Y es que éramos personajes convenientes uno para el otro.
Mira, te muestro: 1963, descubrimiento; 1965, me rescatas para ayuntarnos -jeje- un año; meses después tu ma nos regala el disco y aparece el único hotel de paso en nuestra vida juntos; cuasi silencio absoluto hasta que comienza 1968 y tú sombra durante mi viaje alargado a 1969; noviembre 1971, voy por ti, estás comprometida y sueltas el Terminaremos unidos; encuentro casual en 1976; gracias a Luisa, seis o siete noches duermo donde lo hacías antes; 1993, sin yo saberlo sigues mi infarto; octubre 1996, tengo una pareja y me citas para contarme que vendes la fábrica y te separas; al poco pierdo el paraíso y pretendes sin éxito reeditar el rapto; reunidos quién sabe cuándo luego, once meses de los cuales cada quien sustrae días enteros y mueres.
Cierto, de no ser por aquel accidente, sin duda compartiríamos hoy un techo. ¿O vuelvo a usar las declaraciones?
Desdramaticémonos, anda. Sino tuviste azotea ni corte de medianoche, ¿qué, a cambio? ¿Esa mirada que atraviesa el tiempo, atribuida por mí?
Lo demás fue tal escribí en Las mil cosas con A y Ana primera.
A solas todos éramos muy poquita cosa, nos quedaba claro desde siempre, y había un mutuo, semi inconfeso despreció por quienes dejarían la piel construyendo el futuro profesional. Tú lo tenías garantizado y yo, J, ¿iría dando tumbos sin preocuparme o ni siquiera eso pues el cielo me reservaba una mágica, simplona solución, o varias, como fue?
Gracias a ti J confirmaría que príncipes y princesas de cualquier tipo eran más o menos azarosos, despreciables productos, no importa si tocaban la gloria. Hasta el mismísimo Dylan cabía en el paquete, de forzarnos a dar calificaciones.
Esa canción nos ponía particularmente amorosos porque la cantábamos a coro, cómplices del autor una vez que descubriste su letra para mí, quien por años, creo, tenía con la música y la voz, cuyo intimismo me arrebataba permitiendo que como con ninguna otra viajara a placer con ella, profundamente complacido por la confianza del Mr.
Paro pues volveré a romantizar.
F:jJf-
Hoy comí con mis crías y nietos y unos amigos suyos. Alguien recordó "el más destartalado autobús concebible" y estuve a punto de ganarle la baza trayendo a cuento el que tomé entre Fez y Nuadibú.
Callé pues ese paseo solo lo conocieron Ana, la Tic y otras tres o cuatro personas. Durante cierto tiempo tuvo sentido mi silencio, que no escondía sino ocasionales permisos para aprovechar las visitas a papá y mamá cuando regresaron a su tierra. Ella me los echaría tontamente en cara. Creo escucharla:
-¿Tú, que presumes abandonar a tus niños apenas lo indispensable? ¿Y cuántos pares de zapatos habrías podido comprarles?
-Fueron dos semanas y gasté tres pesos -le respondería en la absurda discusión.
Luego intenté confesarme, presumiendo, y me tiraron a loco:
-Marruecos y por ahí. Qué estupidez.
Juan habría estimado mis pequeñas aventuras y no estaba cerca entonces.
El Tamasgha, ni más ni menos. En catorce días y sin ver a nadie parecido a esta mujer.
Era mejor olvidarlo, ciertamente. Aunque aquél camión bien merecía estar en la memoria de cualquier occidental.Al volver a casa esta noche encontré el mensaje de una amiga animándome a seguir grabando los cuadernos y por curiosidad me asomé a ver cómo le fue al último esuerzo. Había un único comentario al pie:
Así como guardé en secreto los breves viajes, quise mantener lejos del mundo laboral mis viñetas y demás. Al final tuve que apelar a ellas.
F»jJf-
Creí seguir su consejo, Mr., y no lo hago. Soy Forever young solo hasta donde una línea recomienda derrotarse. Entonces pongo esta distinta canción suya.
Ahora voy una buena cosa tras otra y horas atrás declaré vivir mi mejor día durante la vejez. Se hace noche y quiero suicidarme, jeje.
No tengo remedio. Veo de más y eso descalifica cuanto haga.
¿Porqué no gustarme en la derrota si la victoria está asociada a los malditos? Cuánta razón tenía Ana, ¿verdad, Tic?
La letra traducida casi literal y así malamente:
Donde el sauce no se dobla.
No hay mucho más que decir
Es el remate del final.
Me estoy yendo,
Me estoy yendo,
Me fui.
"Estoy cerrando el libro
En las páginas y el texto
Y realmente no me importa
¿Qué pasa después?
Solo me estoy yendo,
Me estoy yendo,
Me fui.
"He estado colgado de hilos,
He estado jugando liso,
Ahora solo tengo que cortar
Antes de que se haga tarde.
Solo me estoy yendo,
Me estoy yendo,
Me fui.
"La abuela dijo: «Chico, ve y sigue a tu corazón
Y estarás bien al final de la línea.
Todo lo que es oro no está destinado a brillar.
¿Tu y tu único amor verdadero nunca se separan?»
"He andado por el camino,
He vivido al límite,
Ahora tengo que irme antes de llegar a la cornisa.
Así que solo me estoy yendo,
Me estoy yendo,
Me fui."
¿Cómo rimó aquí, Zimm?
"I've just reached a place
where the willow don't bend.
there's not much more to be said
it's the top of the end.
i'm going,
i'm going,
i'm gone.
I'm closin' the book
on the pages and the text
and i don't really care
what happens next.
i'm just going,
i'm going,
i'm gone.
I been hangin' on threads,
i been playin' it straight,
now, i've just got to cut loose
before it gets late.
so i'm going,
i'm going,
i'm gone.
Grandma said, "boy, go and follow your heart
and you'll be fine at the end of the line.
all that's gold isn't meant to shine.
don't you and your one true love ever part."
I been walkin' the road,
i been livin' on the edge,
now, i've just got to go
before i get to the ledge.
so i'm going,
i'm just going,
i'm gone."
F»jJf-