domingo, 9 de mayo de 2021

Un desvenzijado autobús

Hoy comí con mis crías y nietos y unos amigos suyos. Alguien recordó "el más destartalado autobús concebible" y estuve a punto de ganarle la baza trayendo a cuento el que tomé entre Fez y Nuadibú.

Callé pues ese paseo solo lo conocieron Ana, la Tic y otras tres o cuatro personas. Durante cierto tiempo tuvo sentido mi silencio, que no escondía sino ocasionales permisos para aprovechar las visitas a papá y mamá cuando regresaron a su tierra. Ella me los echaría tontamente en cara. Creo escucharla:

-¿Tú, que presumes abandonar a tus niños apenas lo indispensable? ¿Y cuántos pares de zapatos habrías podido comprarles?  

-Fueron dos semanas y gasté tres pesos -le respondería en la absurda discusión. 

Luego intenté confesarme, presumiendo, y me tiraron a loco:

-Marruecos y por ahí. Qué estupidez.

Juan habría estimado mis pequeñas aventuras y no estaba cerca entonces.

El Tamasgha, ni más ni menos. En catorce días y sin ver a nadie parecido a esta mujer.

Era mejor olvidarlo, ciertamente. Aunque aquél camión bien merecía estar en la memoria de cualquier occidental.

Al volver a casa esta noche encontré el mensaje de una amiga animándome a seguir grabando los cuadernos y por curiosidad me asomé a ver cómo le fue al último esuerzo. Había un único comentario al pie:

"Saltar de una escena o otra escena, se pierde la elocuencia y el hilo del entendimiento. Su manera de narrar
No es lineal por lo que a la gente común le cuesta trabajo seguirlo."
Tiene razón el bien intencionado que lo escribió.
No insistiré más, prometo, respondí.
Veo de más, aseguré ayer justificándome. De menos, debí decir. Dramas aparte, si estaba exhausto, imaginarán hoy.
Cuarenta años después, este par de grandes músicos reinterpretan así su clásico.

Así como guardé en secreto los breves viajes, quise mantener lejos del mundo laboral mis viñetas y demás. Al final tuve que apelar a ellas. 

jJf-