viernes, 28 de julio de 2017

Jamás pierde el estilo

Chinita, la llamé al principio.

¿Dónde fue, canija? ¿En la gelatina, el aire que de su boca me hizo respirar, al carcajearse, cuando se volvió apiradora, justo en este momento, por su mirada? Me refiero al hechizo que puso en mí, aunque según la canción debí ser yo quien lo hizo.


La Realmente inesperada jamás pierde el estilo. Delirando le pongo esto repetido y dice:
-Bonito.
Fue por si cambiaba el tono que busqué y busqué. Misma respuesta, siglo tras siglo. Esa es la razón de insistir, claro. 




 
El saxofón que se escucha con Nina Simone es glorioso, digo sin saber más que lo que la Tic me enseñó.
 
-Regresó.
-Nunca me fui -responde.
Fuma, por si quieren imaginársela como mujer fatal -poquito, según el papel, que prohibe apestar a tabaco-. Con un Ash dirá que no lo parece. Bueno, tal vez nos obsequiará agregándole un ademán sin mover más de dos centímetros la mano.
Esa quietud tienen sus ojos, así que pueden imaginarse el efecto cuando los clava en uno.
Mi drama al verla salir por aquella puerta lo envidiaría el Canal de las Estrellas en horario triple A para telenovelas, y ahora resulta que iba a tomar aire.
En nuestras próximas citas ni loco olvidaré las sublingüales de nitroglirecina.
Cuestión de estilos, pensará si lee aquí.
-0-
Esta es una canción mayor, creo. La compuso Jay Hawkins, a quien incluí. Quiero quedarme con una interpretación y no puedo. Las tres que más me gustan son de mujeres no muy famosas, al menos en México. 
En fin, así me parece hoy, hechizado.
-0-
De mujer fatal no tiene nada. 
-Con el poco estilo que hay en eso- exclamaría si la Morenita del Tepeyac hiciera el milagro de volverla tantito frívola, jeje. 
Es madrugada y no la velo no solo porque no tengo modo. Sería incapaz de asomarme siquiera en un descuido a esa intimidad que guarda con tal celo y la explica... quizás. ¿Incapaz, de veras? Bueno, cuando literalmente me pierdo en su interior es que así quiere. El hechizo lo puso allí.
Ella prefiere esta versión:

-0-
-¿Y si se vuelve a ir? 
-Es porque necesita. No confundas la brizna con el viento, interlocutor. 
"Su palabra más socorrida es Aja, sin que varíe de tono. Con tenerla en grabación, a todo concederá, no importa si ya no está."
-¿Y los besos?
-Si fueras yo los sentírías en este momento, y entonces mañana y luego.
"¿Qué, no atiendes a la canción, cabrón interlocutor? Escucha, ¡ahora!, a Bonnie Tyler. 
-Parece que quieres que sea mala.
-Imposible, sale de su estilo. No estaría mal, en todo caso. 
-¿Te gusta sufrir?
-No, adoro esa boca. 
-¿Cómo relacionas una cosa con la otra?
-¿Asomaste alguna vez al abismo? 
-0- 

-Bonita.
-Hola, Seño. ¿Dice de la canción? Aunque podemos bailarla...
-La próxima.
-No habrá.
-Bueno.
Sí, jamás pierde el estilo. 
-¿Ves? -volteo hacia quien dialogaba antes, y sigue sin entender. -Del abismo, iba la cuestión.
-Ey, aquí, tierra -llama a lo lejos Ella. No es fatal y sí mortal, mortal hasta la muerte, dice una y otra y otra vez, y se lo recuerdo. -Quiero que llegado el día me entierren en piso firme.
-Todo está en el instante, a eso se refiere, ¿no?
-Descanse -espeta sin parecerlo y da vuelta rumbo a la cama.
Instante, tierra, abismo, en resumen, mi Seño y su estilo. 
¿Y el mío? "...yo nunca juego sino es al gran miedo", escribió Aimé Césaire. Suena tan atractivo...
-0-
Si se vuelve a ir es porque necesita, pienso aquí arriba un viernes. El martes siguiente estoy seguro que lo hará, y así no necesito las sublingüales. 
Su hechizo sigue en mí y el que le di quedó donde debe.
Las buenas canciones hablan al imposible. Así esta nuestra. Nos recordaremos en un "siempre" para ella de vaya a saberse cuánto, si tiene treinta años. El mío se cuenta con los dedos de las manos.
No hay despedidas esta vez, ni súbitas ni largas.
En cuanto al estilo, el suyo es inigualable y por fuerza distinto al simplón mío, que admira a Césaire sin alcanzarlo. 
I put a spell on you siguen sonando, desde luego, en la versión que más terminé por estimar.
  
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Como con cualquier otra cosa, pasan los días y en este caso el hechizo se desvanece para quien lo preparó y fue su propio objeto, según la canción. La hechizada siguió yendo y viniendo, coqueteando con el amor sin perder su estilo.
A veces cantar es mejor que vivir. Jay Hawkins en versión Bonnie Tyler o Bet e. & Stef o Samantha Fish, con sax para Niña Simon, etcétera, suenan seguro de aquí a la eternidad. Su motivo seguirá el camino, mortal también hasta la muerte. 
Los viejos entienden muchas cosas. Otras se les escapan irremediablemente. Bienaventurados son siempre. 
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Una semana después me mira desde donde siempre antes y sé que el estilo bien podría llamarse fidelidad. 
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Al cabo de quince días me rindo: su fidelidad es a quien debe. Marcho en silencio.
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-No más -dice el viejo. -Se acabaron los juegos de carne y hueso. Debo acostumbrarme, por ejemplo, a intensas medias horas apostando mi resto ante la mesa donde una hermosísima mujer se deja tentar por doña Infidelidad. O al ¡Llegue tarde! con que otra joven me acaricia virtualmente.
La última estación era Milagrosa. Entonces y a la manera de siempre mi Tic toca, agrego un año despues mirando hacia atrás. Por fuerza Inesperada, amita perdurable. 
¿Y usted, Seño? ¿Quién espera vierta polvos en su copa?
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-No le haré daño, esté seguro -dijo el primer día. No recordaba tal sensación, abarcándola conforme rezan los manuales. Cumplió y no quedaron heridas.
Poco más tarde llegó Tú como niña caprichosa, tirando todo a su paso y gustándose con las lastimaduras.
Así estimé doblemente el estilo.
A no recuerdo cuándo de esos días, mujer, se le sigue guardando.      
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lunes, 24 de julio de 2017

Río Abajo

Se relaciona directamente con Crónica y ¿Una novela? y le sirven "Sur, geografía profunda", Vela y otras cosa.

Inauguremos un nuevo río, les ofrecí, nietos. Vamos.
No sé bien qué indica la nueva desaparición de mi abuelo y sin guía por el tiempo vuelvo al curso previsto, dándome prisa pues recientes descubrimientos vuelven intolerable este lugar.
Escribí eso sobre una banqueta donde esperaba vinieran por mí, en el oriente de nuestra ciudad, que hace mucho, les conté ya, destinaron para la pobrada. Era hacia el sur ocupado por diez o doce millones de almas en un semi orden que permite cualquier cosa. Cuando niño encontré aquí poblaciones seculares o milenarios y dos lagos casi extintos cuya disputa aprovechó montañas donde la serranía se hacía baja y estrecha. A nada de eso atiendo hoy y seguramente no lo hacen quienes cruzan, ocupados en otras cosas -la muerte, pongamos, del que se presume dirigía una mafía criminal aficionada, en comparación con la multitud regada por el país, muy influyente aquí, donde centenares marchan al sepelio como si acompañaran a Robin Hood -quizá no están del todo equivocados y no porque su héroe fuera bondadose en algún sentido, sino recordadon al personaje británico, tal vez muy parecido a él.
En fin, vuelvo a lo que borroneé para nuestros cuadernos:
Creo a ciegas en Lupita y sus amigos y si pasó la decepcion por las hermanitas y hermanitos, el resto alrededor se reveló como una árida estepa. Pequeños lobos en mil cuadrillas llevan años mordiendo a nuestra santa, sin que yo lo percibiera. Salen de las cuevas cuya existencia advertí con asombro tardío. Se devorarán entre ellos mientras los demás siguen su paciente construcción. Más allá quienes crecerán exponecialmente en número y voracidad.
Disculpen el tono, que además oculta y falsea, presumiendo, por ejemplo, que todo es blanco y negro y nuevo.
No tengo ganas ni tiempo de mostrar, digamos, cómo tras discursos radicales hay hasta tiendas de dulces y chucherías en disputa. 
El fenómeno es antiguo, se acusó durante la posrevolución y en esta sociedad descompuesta alcanza niveles extraordinarios. Dogmatizadas, las congregaciones pelean unas con otras y entre sí, las infiltran, vuelven a radicalizarse, sus proyectos desaparecen o deliran.
Al costado contrario, avaricia mayor regida también por luchas tribales.
-0-
-Caminamos porque tropiezas -me decía Ana primera, preciso, y no Ana a secas, porque al nuevamente reunirnos no tropecé. 
¿Qué pensaba de mi año anterior, al cual no debía referirme para que lo entreviera, y cómo me vería hoy, cuando el nuevo rumbo representa una arriesgada apuesta?   
-Es forzosa -le aclararía y ella...  Quién sabe.
-¿Por qué se fue? -hablo ahora a la Seño.
-¿Sino, se habría quedado? -podría preguntar.
-Sí.
-¿Renunciando a cuanto piensa?
-¿La decepciono?
Estoy contra la pared, S y E, digamos dramatizando. No soy el Perseguidor, ni hoy ni nunca, según pensaba mi más duradera acompañante.
-0-
-¿Pero contarás lo que sucedió? -dijo con acento mordaz la mujer y no entendí hasta voltear hacia los otros.
-Ya veo -pensé.- Hay una generalizada opinión de que mis trabajos no relatan, así los presida siempre la anécdota. -¿Qué quieres que cuente? -debí preguntar? ¿El falso lugar común, sin sustento si los hechos se miran como es debido o a lo escueto aparecen y no quedan ocultos por ignorancia o mala fe?
Así aquí, E y S, a los cuales aprovecho nuevamente para aclarar: son quienes dejé al irme al Níger. Hijos no tuve, repito por enésima vez, aunque haya puesto la materia prima, pues me asumí criador y ya. Estoy solo, en consecuencia, y ustedes, Ohsis, visitan los ríos en el futuro. 
Solo con mis hermosos fantasmas. 
-¿Llámasme fantasma?
-De todo te quejas, abuelo. ¡Ay!, no me hosties más, con una chingada... ¡Ay...
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Como prueban estas viñetas, tenía razón quien veladamente me acusaba de críptico. Y a la vez yo estaba en lo correcto al responderle sin palabras. Depende, dice la canción que acompañá el diario a mi Seño o Inesperada real. "De según cómo se mire", señala también esa letra(1), aprovechando un famoso, simplón poema(2). Si estábamos en martes, la mujer que amé era ensueño ideal y llegando al miercoles pudo habérseme acercado para obrar a nombre del diablo.
Empecé aquí acusando a Tales, y así Cuales, yo entre ellos, resultaban blancas palomas. ¿Traté después de explicar el fenónemo?
Días más tarde se hace público: en la misma zona donde una procesión despedía a su criminal padrecito, amparada por nuestra izquierda electoral hay otra mafia, que posiblemente se relaciona con él.
Oh, casualidad: lo niega en redondo quien me acusó por mis raros relatos. Todo es según el color...
Al siguiente río, pues, nietos. Abajo, lo llamaré.
-0-
Nuestros cuadernos tienen ya un final, E y S. Este es del personaje que los escribió. 
             

viernes, 14 de julio de 2017

Dijo la Seño o "Notitas musicales"

Dijo que hablara de la música que me gusta y como su palabra es ley, a darle. De subtítulo va Notitas musicales, como se llamaba una famosa revista.
No sé por donde empezar. En mi niñez, sí.
Esta era la canción que más me llegaba al corazón -¡arroz!-. No representa lo que tenía gran éxito o se consideraba "música mexicana".(El negocio empezó en los años 1920, entre la creación de la nacionalidad con pañales, existente apenas para una reducida parte. Pregúntenle, entre otros, a Emilio Azcárraga I.)
Estrellita... tiene dejos de vals peruano, creo, y cierto o falso, se incluía en la música ranchera sin borrachos ni bravatas, dulce, pueblerina se diría sino estuviera compuesta en nuestra gran ciudad o en otras -Mérida, por ejemplo, claro, aunque no es el caso pues el Big Brother mete la pata y esto lo compuso Tata Nacho.
Desde luego me pegó, y durísimo, lo que musicalizaba el cine edad de oro. Todos conocemos la cuestión y paso a más delante, si bien y como tengo viñetas lo mismo para un roto que un descosido, ella puede visitar El reino de la pasión.
En las cintas que produjeron Las niñas y la música, una me conducía a través de mi historia, a sus estancias, y como inicio y final, con "sentimiento trágico de la vida" -jejeemos-, el martirológico yo incluyó este ya lugar común -deberá perdonarnos, don Gustav; es tan bueno; en cuanto a la versión va lo más a mano y no lo por fuerza mejor:
De "música clásica" o "culta" solo sabían pequeños sectores y yo por origen pertenecía a los excluídos y a la vez estaba llamado a frecuentarla diletantemente -jeje- y algo más quizá.
Tienes buen óido, ¡lástima que nacieras manco!, decían maestros ocasionales y frustrada mi vocación, escuchar fue un maravilloso remplazo -a los cuarenta años la pareja en turno me abrió nuevas puertas a Bach y compañía. 
Fui un rocanrolero mexicano remilgoso, que ni por ocurrencia hacia caso a Los Rebeldes del Rock y basura semejante, en aquella triste emulación. Vibrar, vaya que sí, pues era adolescente clasemediero y más bien dulzón por culpa de la Princesita (Siluetas). 
Cuando pudiera me gustarían Roy Orbison -a sus pies, señor- y contemporáneos, a ratos burrísimos también.
David Lynch sería el único en comprender lo que andaba bajo esa melcocha con geniales islas negras conduciendo a algo muy superior. Por ello sus películas incluyen regularmente a Orbison -estética gay obligada a ocultarse con terribles agruras- y el Rey.
Vi varios buenos programas que contaban esa rica etapa musical USA, cuyo fin próximo era la cultura rock, y entendí nada. ¿Cómo sino, si se referían a corrientes de las cuales ni rumores me llegaron? Así ando aún sin percibir lo que sería fuerza. 
Cierto, el blues vino a mi casa pronto, dadas las circunstancias, y faltaron mil otras cosas contenidas allí o dentro del jazz, detestable para un muchachito que asistía a bares cuyos marquesinas prevenían Aquí se forja el futuro, toque quien toque y tan torpemente pueda, porque vanguardias copiamos y cómo suena vale madres.
Escojo por nostalgia y no por calidad. Mr. Dixon y su compañero son una inmejorable elección. La rola no. Escúchese I can´t quit you, baby, o cien más en listas de reproducción.
Un accidente llamado Ana (Las mil cosas con A) trajo a Bob Dylan descontextualizado y en idioma original -jeje dice el naco ideomático-, y así más fácil para volar por cuenta propia que para pescarlo.
Debió ser esta o algo parecido, y no, desde luego, pues hasta la muchachada nacional rica y culta sufría retraso -temporal y mental, jeje.
(Chale, Seño, menudo retote me puso. ¿Paro para siempre enviándola a Juegos y Juegos 1? No, mañana sigo, ¿va? ((cómo si fuera escuchar, con sus horarios de gallina, jeje).
-0-
Cuando ella viene hago lista de música en la computadora. Tal vez si reproduzco aquí una se entenderá mejor su interés. 
Rigurosamente empiezan con el Mr., alias Dylan. Digamos:
Esta es una gran, madura versión, suspendida a la mitad.
Después puedo seguir, por ejemplo, así:
Como no está la canción que busco, va otra de su misma intérprete.
Y continúo.
Esta de don Baaba se cuece aparte.



Después de una pequeña muestra, pues las listas son largas, intento explicarme.
Tengo una información pobre. Al reconocerlo puedo descubrir o intuir algo, apenas eso. 
Viajo musicalmente por muchas partes -todas, iba a poner, y mentiría, desde luego-, y el universo se vuelve infinito.
Contrastar tradiciones sin tránsito suena estúpido y a mí me funciona. Cada pieza realza a la próxima en su singularidad.
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Es un nuevo día, ella duerme para variar -jeje, workaholic con niña- y a las 2:32 am, abandonado como Jorge Negrete, le doy a esto que no entiendo de qué trata y sirve para pasarla.
Si en mi pubertad nada igualaba a los tríos, se bailaba con música "tropical" y sin esta Sonora y otros grupos y solistas la vida sería triste -sus mejores años habían pasado y regresaban en cines de reposición. 
No me tomaría por sorpresa, pues, el rescate que veinteañero izquierdoso contribuí a hacer. Quedaban poquísimos antros donde escucharla y nosotros nos refugiamos quizás en el mejor, frecuentado por judiciales y finas personas como ellos. Combo San Juan, se llamaba nuestra adoración y entrada a los secretos de aquella locura rítmica, así pareciera simplona en los boleros. Solo el son mexicano me sería más provocativo, cuando mucho después diera con él. 
Por ese combo recordé al maestro Jorrín, a quien luego trataría de tú.
Danzón, guaguanco, mambó, chachacha, perdían su esencia en los discos, de forma que escuchamos interpretaciones muy disminuidas. 
Va una segunda joya que escuché con un grupo olvidado y nada mal tampoco tocada en vivo por este par mexicano -volverían a hacerla famosa Bebo Valdés, el Cigala y demás.
Para entonces, claro, llevábamos tiempo roqueando. Los Beatles sonaron horribles al escucharlos por primera vez en una tienda donde busqué qué regalarle a mi Princesita -Ana casi me mata por la melcochada española que escogí siguiendo gustos de aquella natural born killer-. Al mes fueron lo más arrebatador. Se debía, pienso, a su en verdad singularísimo sonido -malo, si quieren- y a la monstruosa promoción cuyo quid posiblemente era el cuarteto, para desplazar a los solistas dueños del universo hasta ese día, y su origen arrabalero. 
-¡No hay un uno que hegemoniza, dibujándose principéscamente! Todos cabemos en un jarrito, si nos saben acomodar! -pensé con millones.
Vaya fortuna pues gracias a su éxito vino la revolución. Sin el sello Liverpool, Sargento Pimienta, pongo por caso mayor, no lo habría comprado ni Robison Crusoe. Era incomprensible para nuestros inexpertos oídos, y si bien Lennon y socios, George Martin incluido, lo niegan, casi para retirarse compusieron una pequeña sinfonía. 
Va como se puede porque repetidamente el big brother musical se estupidiza. Ocupaba casi todo el lado B de Abbey Road -el medley, le dicen- y aquí se cuela algún
cover, empezando por la primera canción, jeje... Dos horas después: no, mejor se lo pongo en casa; escuche sueltas dos cositas, una de ellas ligeramente distinta a la original.


Bueno, exageré y mucho. La revolución vino a la vez y más que nada desde el lado negro vindicado por negros y blancos. El olvido general -y mi afecto por Jack Bruce, jeje- pide poner esto.
Lo justo sería:
Siempre tercermundista, me perdí a multitud de conjuntos, algunos los conocí tarde y rock sin conciertos es como taco de bisteck -perdónenme, pero esa mierda y sus parientes los inventó vaya a saberse quién, para empobrecer nuestro paladar y sacar una lanota- y aquí no hubo manera.
Por favor, ni mencionen la fantochada Avándaro -jeje-. Va, en todo caso, el único grupo decente -La revolución de Emiliano Zapata emigró más o menos pronto (no haga caso, Seño, y pregúntele a alguien que sepa).
Me dejo de tonterías y adelantando treinta años el reloj llego a algo para mí entrañable. Bueno, que sean dos, griegas ambas cosas.

              
SIGUE   


     

jueves, 13 de julio de 2017

Carta a Juan o París, Texas

¿Sirve a los demás contar mi proceso? Sino carece de sentido exhibirlo aunque sea semi encubierto.
 
Llevaba veinte años peleando con lo que pretendiéndose una novela no hacía sino buscar entre mi vida. De cuando en cuando la mostraba a M, quien por prudencia guardaba sus opiniones. Finalmente la orillé.

-Es París, Texas -dijo, harta.

No importa si atinaba, solo el mensaje. Bueno, pensé, en adelante cuidaré que mi historia personal no repita la fórmula de una gran película, o tendré que tirarla a la basura.
Travis es bien conocido en los Cuadernos y no por identificarlo conmigo. Ahí lo tenemos, siempre referido a la Inesperada y sufriendo donde ella más ama.
Una segunda secuencia recoge lo que efectivamente
había e identificaban con el entonces treintón yo.
-Uau -pensaba cuando me lo decían. -Estas personas no entienden nada, sin faltar M, incluso así sean premonitorias y adelanten el reloj y lean lo que Ella terminará representando aquí en su transito desde Tiempo de caminar. Aquí, preciso, letras adentro, con las cuales recreo, no transcribo, historias personales y colectivas.
Ayer escribí a Juan:

¿Te acuerdas, compañero? Olvidé dónde estamos. ¿En casa de C? 

Por décadas fuiste mi mejor amigo y quizá todavía conservas el encargo de entenderme como nadie más. Creo haber correspondido y posiblemente sigo haciéndolo, a pesar de nuestros últimos, breves, significativos correos.

En los Cuadernos solo tú apareces, de entre quienes formamos una cofradía. Hasta hoy viajero inmejorable, cumplirías el Casi Memphis mientras yo parecía vencido por la otra gran batalla, según le llamo.

¿Recuerdas esto? Para Juan y para mí en aquéllos años, autobuses, trenes y caminos a pie, igual si duraban dos días que veinte minutos, nos condujeron a paseos estelares, por todo tan desconocido. Él cuidaba mencionarlo completando la impresión de que estar a su lado era mirar un espejo donde los demás se descubrían frente a inimaginables precipicios.
Te vi hace poco tras mucho tiempo y estabas
fisícamente perfecto. Sabes, en consecuencia, que puede rejuvenecerse. ¿Preparamos algo para los próximos veinte años, sin país, pues para ambos se nos perdió?

¿Y ellas y ellos?

Solo, y precisamente, C se marchó para siempre.

Rencontré a varios recién. Ahí tienes a David, cuarto de nuestros nostálgicos dominós en el departamento donde Él y Ella cuando no cumplíamos los treinta, escuchando con terquedad al Zita. Para solidarios ese carnal de ácido, raro humor.

Dale y dale negreando la canción hasta que amanecía.    

-0-

Vuelvo a París, Texas, y no temo imitar a aquéllos decidores que no entendían viéndome atravesar desiertos cuya real naturaleza conoce mi amita Tic, la del revolucionario proyecto en Santa Fe, Nuevo México, adonde me lleva ahora.

Como sabemos, en algunos hay camellos y en otros combis hippies.

Aseguro que viví el paraíso con las crías y aclaro también en Fotografía: 

Tenía una eterna pregunta hecha fotografía: un sonriente pequeño de tres años está a horcajadas sobre el hermano de diez, que con melancólicos ve a cámara.
Pasaron años y la imagen se respondió diciendo: Cuánto diera porque pudieran levantarse hacia la calle tomados de la mano, dejando para siempre atrás nuestro brutal peso muerto.
Creé con Ella una no familia, estás enterado, Juan, de la cual y por supuesto formabas parte, como David y muchas otras y otros. Empezamos justo en aquellos dominós, a los que Él se sumaba a motuo propio para una genial noche caer de la silla rendido por el sueño a sus tres años de vida.
Ayer comí con él, el Nuevo y los que sigo llamando nietos no importa si nos vemos solo cada eclipse solar. Volví a ser un odioso terco para intentar convencerlos que verdaderamente la Revolución avanza incluso en México, más allá de cuanto todo se fuera a la mierda ¿hacia 1982 o poco después?
Escucha a estos abogados de derechos humanos. ¿El neoliberalismo los acogota? ¿No van más allá?

-No terminamos de entender -dice uno- que tú puedes tener a comunidades campesinas administrando como empresas colectivas, desde abajo, un producto que tiene impacto en el mercado (...) Estamos construyendo el Estado...
Pasó un siglo del asalto al Palacio de Invierno, las fuerzas productivas se desarrollaron a grados extraordinarios, no necesitamos más capitalismo estatal y a cambio hasta Bolivia, nuestra mejor utopía a mano, sabe que el imperialismo no es un tigre de papel y basta con que cualquier loco desde Washington D. C. "apriete el botón".
Digo dirigir estos blogs a nietos reales y adoptivos, consciente de que los primeros se acercarán si tengo suerte y por casualidad cuando acompañe a la Tic en su aventura. Aquellos dos años y medio juntos irán por supuesto en mi mochila, amosoramente acomodados. El resto del tiempo cuyo curso siguen no tendrá registro mío pues en este caso pude verlos levantarse rumbo a la calle. 
Ah, el Travis yo, que no soy personaje cinematográfico y así viajo con cierta comodidad y a bromas insoportables para los gestos señudos y bienvenidas por hermanitas y hermanitos adquiridos como descendientes. 
Cúlpeseme de muchas cosas y no de incumplir el pedido sobre los tres grandes males civilizatorios: destruirlos.
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En Casi Memphis decía también de ti, entrañable amigo:

Su primer viaje al extranjero lo hizo conmigo y aguardando que nuestro avión despegara tradujo el entusiasmo en un comentario:
-¡Quieren robarme la experiencia con música de elevador!
Yo vacilaba entre lo aprendido y mi natural estupidez y sólo gracias a él recordé que el mundo no dejaría nunca de ser ancho y ajeno, y que nada había tan falso como nuestra moderna pretensión de recorrer largas distancias con familiaridad, sin prevenir a los sentidos y la razón. Así se marchaba sobre el vació.
Tan visiblemente arrancado de casa, quienes lo topaban se sentían incómodos, ni más ni menos que ante un poblador del más primitivo, recóndito lugar. Los otros nos esforzábamos por presentarnos como cosmopolitas, esa especie que cuando lo es en verdad encarna una extravagancia cercana a la extraterrestre: condenados, bíblicos, errantes vagabundos.
Imagina, pues, cuánto me sorprendió que tuvieras cuenta de banco. Yo aborrecía esas instituciones nacidas bien a bien con la modernidad -tras 1492, entonces-. Eran la trampa a cuyo alrededor giraba el sistema y pronto ellas y sus instrumentos más elaborados -bolsas de valores, paraísos fiscales, etc.- dominarían todo y, según diría un mutuo conocido, las personas comunes y corrientes no hallaríamos cómo resistirlas:
-Uno no puede darse bofetadas contra los bonos.
Llegaba a tal extremo mi instintiva desconfianza, que para cobrar aquella curiosa beca en dolares gracias a la cual viviría por años hiciera circo maroma y teatro cada mes acompañado por mis crías, quienes se divertían vendiendo los cascos de refresco acumulados, para tomar el autobús a nuestra gigantona ciudad natal.
Hoy, agosto 2 de 2021, este modesto, hermoso, ubicuo departamento donde remato la vida y hasta la pandemia sirvió a hermanitas y hermanitos como posada, oficina, hotel de paso, se quedó sin electricidad y para restaurarla debía correr bajo la lluvia o pedirle ayuda al vecino con una extensión.  El hotentote termino siendo yo, ¿ves? Contradictorio orgullo el mío, que horas antes entró a una librería donde se sentía en un cementerio.
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Pasan casi veinticuatro horas exactas y tengo miedo. Entre muchas cosas que atraviesan mi cabeza está la preocupación por los espejos. No hay equilibrio mental sin ellos y al mismo tiempo son el mayor peligro para mantenerlo. 
Estaba muy casado al regresar a casa y no pagué la luz. Eso representaría un extra en el diario esfuerzo de este como cósmico solitario en tiempos Covid. Para colmo olvidé la compra , cuya autoestima precisa cierto buen aspecto para habérselas con la calle y así tales y cuales cosillas más. , un supervivencia que precisa . No puede vivirse sin ellos