No sé por donde empezar. En mi niñez, sí.
Estrellita... tiene dejos de vals peruano, creo, y cierto o falso, se incluía en la música ranchera sin borrachos ni bravatas, dulce, pueblerina se diría sino estuviera compuesta en nuestra gran ciudad o en otras -Mérida, por ejemplo, claro, aunque no es el caso pues el Big Brother mete la pata y esto lo compuso Tata Nacho.
En las cintas que produjeron Las niñas y la música, una me conducía a través de mi historia, a sus estancias, y como inicio y final, con "sentimiento trágico de la vida" -jejeemos-, el martirológico yo incluyó este ya lugar común -deberá perdonarnos, don Gustav; es tan bueno; en cuanto a la versión va lo más a mano y no lo por fuerza mejor:
Tienes buen óido, ¡lástima que nacieras manco!, decían maestros ocasionales y frustrada mi vocación, escuchar fue un maravilloso remplazo -a los cuarenta años la pareja en turno me abrió nuevas puertas a Bach y compañía.
Fui un rocanrolero mexicano remilgoso, que ni por ocurrencia hacia caso a Los Rebeldes del Rock y basura semejante, en aquella triste emulación. Vibrar, vaya que sí, pues era adolescente clasemediero y más bien dulzón por culpa de la Princesita (Siluetas).
Cierto, el blues vino a mi casa pronto, dadas las circunstancias, y faltaron mil otras cosas contenidas allí o dentro del jazz, detestable para un muchachito que asistía a bares cuyos marquesinas prevenían Aquí se forja el futuro, toque quien toque y tan torpemente pueda, porque vanguardias copiamos y cómo suena vale madres.
Escojo por nostalgia y no por calidad. Mr. Dixon y su compañero son una inmejorable elección. La rola no. Escúchese I can´t quit you, baby, o cien más en listas de reproducción.
Un accidente llamado Ana (Las
mil cosas con A) trajo a Bob Dylan descontextualizado y en idioma original -jeje dice el naco ideomático-, y así más fácil para volar por cuenta propia que para pescarlo.
Debió ser esta o algo parecido, y no, desde luego, pues hasta la muchachada nacional rica y culta sufría retraso -temporal y mental, jeje.
(Chale, Seño, menudo retote me puso. ¿Paro para siempre enviándola a Juegos y Juegos 1? No, mañana sigo, ¿va? ((cómo si fuera escuchar, con sus horarios de gallina, jeje).-0-
Cuando ella viene hago lista de música en la computadora. Tal vez si reproduzco aquí una se entenderá mejor su interés.
Rigurosamente empiezan con el Mr., alias Dylan. Digamos:
Esta es una gran, madura versión, suspendida a la mitad.
Después puedo seguir, por ejemplo, así:
Esta de don Baaba se cuece aparte.
Después de una pequeña muestra, pues las listas son largas, intento explicarme.
Tengo una información pobre. Al reconocerlo puedo descubrir o intuir algo, apenas eso.
Viajo musicalmente por muchas partes -todas, iba a poner, y mentiría, desde luego-, y el universo se vuelve infinito.
Contrastar tradiciones sin tránsito suena estúpido y a mí me funciona. Cada pieza realza a la próxima en su singularidad.
-0-
Es un nuevo día, ella duerme para variar -jeje, workaholic con niña- y a las 2:32 am, abandonado como Jorge Negrete, le doy a esto que no entiendo de qué trata y sirve para pasarla.
No me tomaría por sorpresa, pues, el rescate que veinteañero izquierdoso contribuí a hacer. Quedaban poquísimos antros donde escucharla y nosotros nos refugiamos quizás en el mejor, frecuentado por judiciales y finas personas como ellos. Combo San Juan, se llamaba nuestra adoración y entrada a los secretos de aquella locura rítmica, así pareciera simplona en los boleros. Solo el son mexicano me sería más provocativo, cuando mucho después diera con él.
Por ese combo recordé al maestro Jorrín, a quien luego trataría de tú.
Va una segunda joya que escuché con un grupo olvidado y nada mal tampoco tocada en vivo por este par mexicano -volverían a hacerla famosa Bebo Valdés, el Cigala y demás.
-¡No hay un uno que hegemoniza, dibujándose principéscamente! Todos cabemos en un jarrito, si nos saben acomodar! -pensé con millones.
Vaya fortuna pues gracias a su éxito vino la revolución. Sin el sello Liverpool, Sargento Pimienta, pongo por caso mayor, no lo habría comprado ni Robison Crusoe. Era incomprensible para nuestros inexpertos oídos, y si bien Lennon y socios, George Martin incluido, lo niegan, casi para retirarse compusieron una pequeña sinfonía.
Va como se puede porque repetidamente el big brother musical se estupidiza. Ocupaba casi todo el lado B de Abbey Road -el medley, le dicen- y aquí se cuela algún
cover, empezando por la primera canción, jeje... Dos horas después: no, mejor se lo pongo en casa; escuche sueltas dos cositas, una de ellas ligeramente distinta a la original.
Por favor, ni mencionen la fantochada Avándaro -jeje-. Va, en todo caso, el único grupo decente -La revolución de Emiliano Zapata emigró más o menos pronto (no haga caso, Seño, y pregúntele a alguien que sepa).
SIGUE