domingo, 29 de mayo de 2022

El siniestro conejo

Acompaña a Casi Memphis, antes de Juan y algo más inubicable donde hablo de Ibn Simbad. 

Odiaba Alicia en el país de las maravillas. Lo hacía sin razones, por instinto. Entonces en París una joven, condolida por mí, me envió con la familia de su hermano a los prósperos suburbios londinenses. 

Allí encontré el remanso que no tuve en los siete meses del viaje al cual me animó papá, pues esta tercera cría suya estaba en un aparente callejón sin salida. La había, así él no pudiera verla, y trabajaba por ella, como fue claro para Ana desde soltar aquello de "Caminamos porque tropiezas", respondiendo a los mea culpa con que yo solía castigarme y probaban su pertinencia ahora, en el recreo donde se presumía estaba. 

La familia era muy cálida, sobre todo gracias a sus dos pequeñas hijas. Con una pasaba tardes enteras, hasta que entendí cómo cada vez más seguíamos al conejo hacía donde nadie nos alcanzaba y todo se volvía maravillosa fantasía. Alegre, dócil, cumplía mis propuestas de juegos y adquirí entonces ante ella poderes extraordinarios. 

-¡Me enamoro! -tuve claro por fin- y en cualquier momento pasaré a las tiernas caricias que no rechazará. 

Corrí al cuarto de huéspedes y empaqué aprisa, para despedirme con torpeza. 

Escribiendo a papá en el gigantesco parque de la ciudad, diciéndole que sin más pretextos regresaría, vi un diario donde aireaban antiguas sospechas -mucho después supuestamente confirmadas por cartas a Alicia- sobre la pederastia del reverendo Charles L. Dogson, como en verdad se llamaba Lewis Carroll. (Aquí se lo revindica:  https://www.elcopoylarueca.com/lewis-carroll-y-las-ninas-incluye-fotografias-y-cartas/. En este otro lado no se le tiene tanta condencendencia: https://elpais.com/diario/1987/12/15/cultura/566521202_850215.html.) 

 -Si como prueba final, de conocer el infierno se trataba, Ana... -pensé.

-0-

Por más que busco en internet, sintomáticamente no está ya una siniestra carta a "Alicia" donde el autor prueba cuánto manipulaba a la pequeña como un amante cuya perversión sobrecoge.