Suena
el Mr. en sesiones de las que salió un álbum. Son fantásticas y me
recuerdan mis pocas, breves experiencias con drogas duras. Ojalá esto fuera
algo parecido. Pruebo, salen frases equivocadas, corrigo, vuelvo y un
pequeño universo anda alrededor, mutando al permanecer.
Imaginen
el departamento, la madrugada, una lámpara nueva, sin cubierta, el
refrigerador, el patio, la luz que entra a través del otro, interior, y al
propio Mr. grabado artesanalmente o haciendo improvisaciones. Momentos
que no se repetirán y huyen y voy tras ellos cada vez y jugamos, Déjame
ya, pide el dado a la fuga hacia abajo, por decir.
¿Mañana? Eso no existe, ni hoy ni ayer, y así me metó en dificultades, llego semi dormido a las juntas, etcétera.
Tienen razón, mi problema es ser feliz. O huevón, si quieren verlo así. No volveré a quejarme cuando lo sugieran, prometo.
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Lo que acabo de escribir mezcla noble
Quijositosis y llana demencia. Ésta puede ser socialmente aceptada, sé bien pues hace mucho la observo en quienes reciben público reconocimiento, condición necesaria para casos mayores.