¿Por que no me escribes?, pregunta la carta preocupada de Ana. Llevas semanas allí.
El momento es ideal para afirmar el romanticismo con que ella lo cubre, y no se lo permitirá.
-Sería capaz de venir a salvarme -piensa y duda -pues bien puedes alimentar mi brutal extrañeza. ¿Cuánto me usas, amor?
-Caminamos porque tropiezas -le dice la muchacha sin falta, ante su natural, errático proceder
F:jJf-