jueves, 29 de abril de 2021

"Apretamos solo viento"

¿Por que no me escribes?, pregunta la carta preocupada de Ana. Llevas semanas allí.

El momento es ideal para afirmar el romanticismo con que ella lo cubre, y no se lo permitirá. 

-Sería capaz de venir a salvarme -piensa y duda -pues bien puedes alimentar mi brutal extrañeza. ¿Cuánto me usas, amor?

-Caminamos porque tropiezas -le dice la muchacha sin falta, ante su natural, errático proceder  



F:jJf-

jueves, 1 de abril de 2021

Cuestión de palabras

 Hasta las posmodernas épocas se daba por supuesto que escribir era Oficio de poseídos. Esa notita a la cual dirijo, termina encontrando a quien quizá lo es de una manera distinta y potencialmente revolucionaría, por volvernos, sin reivindicarlo, a un ilustre pasado despreciable para nuestras civilizaciones como conciencia, pues saben cuánto descansan en él y lo niegan. 

Ninguna generación anterior produjo, ni de lejos, el número de títulos y volúmenes que nuestras contemporáneas. Entre otras, por la negación de aquélla máxima. Los oficios literarios pasaron también a quienes en mayor medida se improvisaban, vueltos formas de subsistencia para los que buscan qué vender, sirva o no, y, reconozcamos, permiten a neolectores de número inédito a su vez, introducirse en las letras bien, más o menos o espantofrénicamente.

En narrativa, México vive un momento de vacas flaquísimas, solo medio subsanado por los pocos periodistas, hombres y sobre todo mujeres, que se atreven a arriesgar la vida en nuestro narcoestado -versión neoliberal del histórico, al explayar sus áreas informales-. Ese pequeño grupo requiere la crónica y a ratos ficciona para habérselas con una realidad apenas concebible. 

Mientras, asistimos al patético paseillo de principitos, ni siquiera reyes, tuertos.

Mucho bien haría ese autor en el cual depositó inútilmente su esperanza la herencia mexicana, asumiéndose.


         

 

F:jJf-