Uno, dos, tres por mí y todos mis compañeros.
Millones que, demudados, andrajosos, vamos por ahí pidiendo cinco minutos de
reconocimiento, por vivir y ya... ni más ni menos. -0- Tocados se llamaba el juego a que los niños nos dábamos cuando las calles parecían nuestras. Dos equipos se pereguian entre sí inmovilizando a quienes alcanzaban, para liberarlos luego con ese grito.