miércoles, 12 de agosto de 2020

La Ring ”andaba de parranda”

La célebre Madame Ring, ring inauguró para Dante un nuevo círculo, o dos o tres, cómo saber, y reapareció hace rato, zalamera, aventando guiños hasta por los sobacos, en mensajes, no vía telefónica, pues se modernizó. 

Con el obvio pánico, conocedor de sus trucos, me hice el desentendido hasta que la parca pareció soplar a mi oido. 

-Bueno, tal vez nos encontraremos en huesos -pensé-, porque uno puede creerse San Francisco de Asís y ser malo hasta la médula. Contéstemole, que Mefisto parece haber hecho migas con ella, según los registros fotográficos que envía sobre hermosas salas, járdines, chimeneas, donde se acoge.

Le ofrecí reeditar nuestra sexualidad, espléndida por sus acentos perversos, aunque así debiera empezar de cero, pues hasta el himen volvió a crecerle de tan larga abstinencia. 

Con la mera insinuación tuvo para regresar a viejas, escalofriantes prácticas sintetizadas en un Eres como todos y conspiras en contra mía

Tirela a loca despidiéndome cortesmente, desentimando la experiencia, y tiempo luego cometí el imperdonable error de etiquetarla en la que creí conmovedora, optimisma nota. 

Pobre imbécil, contestó para seguirse con una retahila de epítetos que ni su mayordomo recibió al vertirle por error dos gotas de sopa. ¡A ella, eximia novelista! cuya una única obra tuvo a bien editar el personal bolsillo en doscientos ejemplares que envió con moños a despistados lectores. Ni eso, por lo cual debería asegurar el Nobel sino despertara desde la cuna furiosa envidia, ojeaste, hijo de tu estercolera madre, fueron las últimas palabras que tragué antes de bloquearla con copia al mismísimo Ángel Caído, a quien como sin querer le agregué unas palabras: Aguas, te bajará la chamba

             Gustav Doré. La divina comedia.

P.D. Dese por bien servida, señora, que no refiera sus rencores hacia medio mundo, jeje.